Mi cabeza late.
Como si un corazón estuviera alojado en lo
alto de este ser.
Han llamado al despertar de una razón sensible, escondida
entre los compases de los días.
El poderoso escudo infranqueable, se ha agrietado.
El ser palpita.
El lardo camino a la blanca
luz puede que llegue a su fin.
El miedo alojado tanto tiempo en el ser, ha hecho crecer el
muro. Pero la esperanza nunca se marchó. Esperó a las puertas.
Las razones dejan paso a los latidos, que van ganando
intensidad.
Quizás si siguen escuchando las mismas notas podrán danzar.
Danzar juntos para acariciar la llegada de lo que puede ser la verdadera razón
del latir.
Mi cabeza late y mi corazón también.